1995 "Bendita lluvia y encierro en el Compás"
El año comenzaba como todos. Con los preparativos y pensamientos puestos en nuestra futura e inmediata Semana Mayor, pero ese año, por lo que ocurrió en el, siempre estará vivo en nuestras mentes y en nuestros corazones.
En los primeros días de Enero una representación de la Cofradía, nos trasladamos al estudio de D. Francisco Hernández Díaz, a recoger la pintura que más tarde sería nuestro Estandarte Principal en esa Semana Santa. La sorpresa y admiración, al comprobar cómo el maestro había logrado la perfección al retratar nuestro Ecce-Homo, fue el sentir emocionado de todos los que estábamos allí. De tal manera quedamos impresionados que no dudamos en solicitar la reproducción numerada de 50 Litografías de tal obra.
En los distintos contactos que nuestro tesorero José A. Díaz tuvo con el maestro D. Pedro Pérez Hidalgo, además de admiración y amistad, surge la necesidad de que debería terminar su obra maestra. Para ello lo expone en Junta de Gobierno y es aceptado que D. Pedro debe acometer la terminación del trono con la incorporación de las correspondientes Cabezas de Varal.
Otra de las inversiones que realizamos en ese año fue la adquisición de los varales de nuestro trono. El conjunto de gastos que se originó ese año, junto a las limitaciones que ya poseíamos como hemos mencionado antes hizo que ocurriera un hecho clarificador como Cofradía: cuando ya se concretan los distintos trabajos nos encontramos con una diferencia de lo inicialmente presupuestado y el gasto real al que teníamos que hacer frente. Así que el efectivo en estos primeros días de marzo era cero y coincidía con la llegada de los varales que había que abonar por importe de 343.000 pts., y que además era una cantidad mucho mayor de lo previsto.
Nuestro hermano mayor, D. José Moreno acude a nuestro amigo Manuel Díaz Pareja, al que ya hemos hecho referencia en otro apartado por sus colaboraciones continuas con la Cofradía, en busca de ayuda económica que nos permitiera salir del apuro, pero en realidad nos iba a aportar algo mucho mejor y práctico: una lección cofrade.
En improvisada reunión nuestro hermano mayor convoca a D. Manuel Díaz Pareja y a otros hermanos de Junta: José A. Díaz, Juan E. Herrera, José M. Gómez y Antonio Martín y allí Manolo, hombre de experimentada trayectoria cofrade nos dice que el estaba dispuesto a colaborar prestándonos el dinero que necesitábamos, pero que eso era una solución fácil, que lo que teníamos que hacer era implicar al resto de la Junta de Gobierno y que fuéramos nosotros mismos los que arrimáramos el hombro.
Con nerviosismo y dudas nuestro hermano mayor nos convocó en Junta de Gobierno, el día 10 de Marzo, y efectivamente, todo el mundo respondió, no sólo fueron los miembros de Junta sino que también hubo otros hermanos que anticiparon donativos y préstamos. Y así fue como aquel día no sólo salimos del apuro económico, sino que aprendimos una auténtica lección de autoestima. Gracias.
La lluvia nos tenía preparada una agradable sorpresa para el Martes Santo de ese año, pero ya nos anticipó algo cuando el 12 de Marzo, día que teníamos preparada una misa de campaña con nuestro consiliario, tuvimos que suspenderla.
Uno de los clérigos al que la Cofradía estará eternamente agradecido, es al Padre Julián Marcos Díez del Convento de San Francisco. Este mediante su crítica más severa nos hizo ver cosas que se escapaban de nuestras manos y que gracias a su consejo mejoramos con el tiempo. Fruto de esa relación nació una amistad de la que brotó la idea de realizar una estación de penitencia en San Francisco.
Por aquel tiempo, éramos jóvenes y todo aquello que veíamos en otras cofradías y nos gustaba queríamos realizarlo para engrandecer nuestra vida cofrade.