Domingos de Fé. Evangelio domingo día 23-10-2016

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De nuevo nos encontramos con todos vosotros, para traeros nuestra sección "Domingos de Fe".

En la cual como ya sabéis, os presentamos la lectura del Evangelio del día.

Hoy celebramos el trigésimo domingo del tiempo ordinario.

Evangelio Domingo 23 de Octubre de 2016.

Santos del día : San Juan de Capistrano

Evangelio según San Lucas 18,9-14

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.

Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

Comentario del Evangelio del día por:

San Bernardo (1091-1152), monje cisterciense y doctor de la iglesia.
3º sermón para la Anunciación. 9-10

"El publicano... ni tan sólo se atrevía a levantar los ojos al cielo"

¿Cuál es el vaso en el que la gracia se derrama con preferencia? Si la confianza es para recibir la misericordia, y la paciencia para acoger la justicia, ¿cuál es el recipiente que podemos proponer que sea apto para recibir la gracia? Se trata de un bálsamo muy puro y necesita un recipiente muy sólido. Ahora bien ¿qué hay de más puro y de más sólido que la humildad de corazón? Es por eso que Dios “da su gracia a los humildes” (St 4,6); es justamente por ello que “pone su mirada en la humildad de su esclava” (Lc 1,48). Y es justo, porque un corazón humilde no se deja ocupar por el mérito humano, y por ello la plenitud de la gracia puede derramarse aún más libremente…

¿Habéis observado al fariseo orando? No era ni ladrón, ni injusto, ni adúltero. No descuidaba tampoco la penitencia. Ayunaba dos veces por semana, daba el diezmo de todo lo que poseía… Pero no estaba vacío de sí mismo, no se había despojado de sí mismo (Flp 2,7), no era humilde, sino, al contrario, engreído. En efecto, no estaba preocupado por saber lo que todavía le faltaba, sino que exageró su mérito; no estaba lleno, sino hinchado. Se marchó vacío por haber simulado la plenitud. El publicano, por el contrario, porque se humilló a sí mismo y tuvo cuidado de presentarse como un recipiente vacío, se pudo llevar una gracia tanto más abundante.

Fuente: www.evangeliodeldia.org

Imagen: www.diocesismalaga.es