Entrevista a D. Manuel Hernández León

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  • Última modificación de la entrada:20 de septiembre de 2024
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El pasado 13 de diciembre, día lluvioso y frío, nos citamos con D. Manuel Hernández León en Sevilla, de donde es y reside, para realizarle esta entrevista. La cual llevábamos tiempo ilusionados y queriéndola hacer.

Don Manuel es “las manos” del “Ecce-Homo”, quien lo creó.
La entrevista transcurre en un restaurante céntrico de Sevilla, justo detrás de la Iglesia del Gran Poder, imagen a la que Don Manuel le tiene mucha devoción y le sirve de inspiración en sus trabajos.

Después de celebrar la Eucaristía en la Basílica del Gran Poder, nos trasladamos a la Antigua Abacería de San Lorenzo para cenar.

Antes le realizamos esta entrevista y terminamos la noche en el salón de actos del Hotel Montecarlo, en un pequeño acto para que firmase en el Libro de Honor de la Cofradía.

¿Quién es Don Manuel Hernández León?

Yo diría que un servidor de las Cofradías.

¿Qué sentido tiene y que representa para usted la Semana Santa?

Hombre, como afición me encanta y luego como trabajo también es lo que más me gusta. Me gusta la escultura en general, pero dentro de eso, había más campo de trabajo con la escultura religiosa. Pero siempre me ha gustado el trabajo escultórico, tanto el religioso como el profano.

¿De qué Hermandad es usted?

Le tengo predilección a muchas, como al Gran Poder, Pasión y el Cachorro, pero hermano sólo de la Sacramental del Cristo del Poder que está en una barriada. Y de Vírgenes La Amargura de San Juan de la Palma. Aunque le tengo devoción de muchas…

Recordemos su historia como escultor e imaginero, ¿Tuvo usted algún maestro que le iniciase en la imaginería? ¿Cuándo comienza y cómo fueron sus principios como escultor?

Maestro, maestro, no fue ninguno. Tenía un buen amigo que murió hace poco que era escultor y orfebre, era discípulo de Cayetano González que era un buen orfebre y que también hizo algunas cosas de madera. El Cristo de la Hermandad de la Amargura lo hizo el.
Bueno, desde chico me ha gustado mucho y desde entonces la tendencia mía siempre ha sido esa. Mi padre era carpintero, ebanista y hacía muebles a Juan Belmonte y a D. Carlos Cañal, que entonces era ministro de trabajo. Total que estaba algo relacionado con la ebanistería y la carpintería, bueno como tenía allí maderas y pinturas de mi madre, que era pintora, entonces me di cuenta que aquello era lo mío, además me gustaba mucho la Semana Santa, así que lo combiné.
Pero mi padre no quería, me decía que tendría trabajo un cierto tiempo pero que comer tenía que comer todos los días, y que con eso tendría sólo algunos días de trabajo al año, así que cogiera alguna cosa fija que me diera unos ingresos y que mientras fuera haciendo mis primeros trabajos.
Al principio estuve en una tienda de confecciones y allí estuve trabajando unos pocos de años. En aquel momento tendría unos catorce o quince años. Hasta que llegó un momento que le dije a mi padre, que lo que realmente me gustaba era la talla, y así poco antes de morir él, comencé a dedicarme de manera única a esto. En ese momento le dije a mi jefe lo que realmente quería hacer y así fue como llegué a Artes y Oficios. A mi llegada al centro, me entrevistó el pintor extremeño D. Eduardo Acosta Palomo, que me preguntó que quién me había enseñado, y yo le dije que no había estado con ningún escultor. Seguidamente me dijo: “Vamos a ver, ponte ahí con el caballete y el lienzo, (en aquella época era más bien un papel para dibujo que un lienzo), y vamos a ver lo que sabes hacer”. Yo le pregunté: ¿Qué hago? Me contestó: “Esa figura misma”. A los diez minutos ya lo tenía hecho. Cuando vio que no había tardado nada en hacerlo exclamó: “Pero bueno, ¿no decías que no habías estado en ninguna parte, que barbaridad, como es eso? Voy a adelantarte tres cursos para que estés en tu nivel”. Y desde aquella misma noche me puse en la tarea y hasta ahora. La verdad es que desde un primer momento, gracias a Dios, el trabajo no me ha faltado. Siempre digo que lo importante es que le guste a uno, que tenga afición por ello.

¿De pequeño que quería ser? ¿Qué fue lo que le inspiró para convertirse en imaginero?

Desde chico lo tenía muy claro, me encantaba la escultura y la pintura. Siempre me ha inspirado la devoción a las imágenes religiosas. Y también me gusta mucho la escultura profana, por la anatomía. Recientemente, hice una exposición en el Círculo Mercantil en calle Sierpes, en la que llevé más de ciento cincuenta imágenes, entre profanas y religiosas.