El pasado sábado 24 de febrero de 2018, celebrábamos en la Parroquia de San José de Vélez-Málaga, la tradicional Misa Cuaresmal preparatoria para la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
La ceremonia estuvo presidida por nuestro Consiliario y Párroco D. Eduardo Resa Huerta, y nos sirvió como acto penitencial para afrontar la Cuaresma como período de cambio y conversión.
Al término de la eucaristía, nuestro Albacéa de Cultos D. José Manuel Gómez Fernández, tomaba las riendas de un pequeño pero muy emotivo acto de presentación del Paño de la Verónica que D. Carlos Ariza Recio ha realizado y donado a nuestra Cofradía.
Una vez presentado el Paño de la Verónica, nos desplamos hasta el Restaurante los Migueles, donde disfrutamos de una cena de hermandad.
Desde estas líneas queremos volver a dar nuestra mas sincera enhorabuena a Carlos, por la grandísima obra que ha realizado y que has tenido a biendonarla a la Cofradía. Siempre te estaremos agradecidos hermano.
Aquí tenéis el enlace a la Galería de Imágenes del acto.
También hemos querido compartir con todos vosotros el texto de la presentación del autor del Paño, D. Carlos Ariza Recio.
Señor, Jesucristo, gracias porque hoy nos dices que no perdamos la calma, que confiemos en Ti. Cuando descubrimos tu amor concreto, personal, comprensivo, comprendemos con alegría que te haces cargo de nuestra vida.
Hoy te queremos repetir las mismas palabras que Tú nos enseñas en el Evangelio: ¡GRACIAS, SEÑOR PORQUE ERES EL CAMINO, PORQUE ERES LA VERDAD, PORQUE ERES NUESTRA VIDA! Gracias Señor
En la VI estación del Vía Crucis, la “Verónica” limpia el Rostro de Jesús, que camino del Gólgota iba cargando con el madero de nuestros pecados. Aquella piadosa mujer, conmovida al ver el Rostro del Señor lleno de sangre, tierra y salivazos, sorteó valientemente a los soldados y llegando hasta Él, se quitó el pañuelo y limpió su cara. Un soldado la apartó con violencia, pero, al mirar el pañuelo, vio que llevaba plasmado el rostro ensangrentado y doliente de Cristo. Jesús se compadece de las mujeres de Jerusalén, y en el paño de la Verónica deja plasmado su rostro, que evoca el de tantos hombres y mujeres privados de su dignidad.
Las estaciones unen el viacrucis de Jesús y el de la humanidad, también en nuestros días. Miremos con los ojos de Jesús el rostro de los hermanos y hermanas. Los cofrades debemos aprender particularmente esta lección en la participación creyente y piadosa de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
En particular, los cofrades del “Ecce-Homo” y la Virgen del Amor, adoptamos la perspectiva para contemplar la Pasión del Señor en su presentación al Pueblo por Pilatos, azotado, ultrajado y humillado, en su divinidad humana.
Lo que voy a decir no viene en los Evangelios, pero seguramente habría hombres y mujeres, que, conmovidos e indignados con aquella escena tan doliente e injusta, tuvieron el valor piadoso de acudir a ayudar al Señor, y los soldados romanos se lo impedirían. No podemos pasar de largo ante el sufrimiento humano en nuestra vida diaria.
Los cristianos podemos limpiar el Rostro de Cristo si Glorificamos a Dios con todo lo que pensamos, decimos y hacemos cada día.
La transfiguración de Cristo, proclamada en el Evangelio, fue para que el “círculo íntimo” de Sus discípulos pudieran tener una mayor comprensión de quién era Jesús y fortalecer la fe a sus apóstoles, y también la de todos los creyentes de generaciones posteriores.
Vamos a tener la oportunidad de descubrir el paño de Verónica que procesionará, nuestra cofradía, cada Martes Santo, obra de nuestro hermano y amigo el pintor D. Carlos Ariza Recio.
Darte las gracias, Carlos, por pensar en mi para esta presentación, y a mis hermanos de junta de gobierno por no impedirlo; agradecer a nuestro consiliario, D. Eduardo, por permitir que sea en la Acción de Gracias y a todos vosotros por estar aquí.
Como no soy experto ni crítico de arte, y mis conocimientos artísticos son bastante viscerales, esto es, me gusta o no me gusta lo que veo, seguro que estoy aquí porque Carlos y un servidor nos tenemos afecto y un cariño mutuo.
Para los que no conozcáis a Carlos Ariza os diré que nació en Vélez y toda su vida la ha hecho aquí. Carlos es un hombre bueno, sencillo y muy familiar; ejerce de padre, de una hija y tres hijos; de abuelo, que lo traen loco, Laura y Alejandro. Y como no, de esposo, de Pepi, además de esposa y amiga es también su confidente y mejor crítica de arte. Es una persona muy amigable, abierta y un gran conversador; Carlos no es de un” hola y adiós”, y si no, que se lo pregunten a su nieta Laura, que dice que “cuando va con el abuelo llega tarde porque se para con todo mundo”. Es también, dicho de modo coloquial, muy “preocupón”, no le importa tener a su lado a personas que le hagan ver las cosas con más optimismo.
Su otra pasión, además de su familia, es la pintura, que desde muy niño la siente como una afición irrefrenable. Carlos es también futbolero, sufridor del Real Madrid. Y como no, nuestro artista es cofrade y un enamorado de la Semana Santa y de las tradiciones de su pueblo.
Es un hombre hecho a sí mismo. Por avatares de la vida, desde muy joven, tuvo que empezar a trabajar, en los también difíciles años sesenta. Con el tiempo y mucho sacrificio constituyó su propia empresa, dedicada a la automoción. Aunque esto era lo que le daba de comer, su forma de ver la vida y sentirla han sido los pinceles y un lienzo en blanco, para empezar a soñar y sentirse él mismo. En la actualidad, que disfruta de una etapa de su vida sin responsabilidades laborales, la pintura le ocupa largas horas en su estudio, imaginando y creando sueños en un papel en blanco.
Es, también, un artista hecho a sí mismo. Tras largas jornadas de trabajo, enganchaba, en su casa, con largas noches, hasta la madrugada, para hacer lo que siempre le apasionó: pintar. Su esposa, Pepi, tiene mucho mérito. La esposa de un artista, como Carlos, tiene que estar preparada, o muy enamorada, seguro que las dos cosas, para entender y aceptar este planteamiento de vida, que Pepi también lo hace suya.
Carlos es autodidacta, que unido a su constancia y perseverancia, lo hacen un pintor peculiar. No ha tenido un maestro ni se ha formado en ninguna escuela de Bellas Artes. Su gran mérito, es también, que ha bebido del arte de muchos pintores y es un maestro para todos.
Dicen que los grandes artistas nunca ven su obra terminada, y él es de éstos, siempre falta la última pincelada, lo que le hace un pintor muy minucioso, detallista y muy exigente consigo mismo.
Si decimos el “pintor de los olivos”, ya sabemos a quién nos referimos, es su seña de identidad más clara, donde maneja el color a su antojo y con la maestría que le caracteriza. Pero qué decir de sus trabajos a plumilla, que les da vida a innumerables estampas de nuestra geografía. Carlos pinta lo que ama, de ahí los impresionantes paisajes de su tierra o las espectaculares marinas. Y como ya se pueden imaginar, siendo cofrade, no podían faltar en su currículum “Los Cristos y las Vírgenes” de nuestra bendita tierra.
Son innumerables las exposiciones realizadas, tanto individuales como colectivas. Es primordial para un artista exponer sus obras para que sean más conocidas, y así también recuperar la inversión de innumerables horas de dedicación, más coloquialmente dicho: no hay más remedio de vender cuadros.
Para sus hijos, siendo más pequeños, también era un gran acontecimiento, sobre todo para Mabel, pues suponía una buena oportunidad, extra, de disfrutar de unas buenas compras, de ropa, sobre todo, en el Pryca “Los Patios”, de Málaga.
Son también destacables los encargos de carteles para ferias, romerías, carnavales y un largo etcétera; y como no, también ha realizado muchos y diferentes trabajos para Cofradías y Hermandades, tanto de nuestra ciudad como fuera de ella.
Tras la realización, el año pasado, del cartel oficial de la Semana Santa de nuestra ciudad, que representaba a nuestra cofradía, nuestro artista, siempre generoso e inquieto, siente la necesidad de realizar y donar una pintura para que forme parte de
nuestro patrimonio y, además, se pudiera procesionar. El resultado lo tenemos hoy aquí.
En el arte cristiano occidental, desde finales de la Edad Media, se viene desarrollando la iconografía del paño de la Verónica. Muchos grandes pintores, desde aquella época, han tenido la necesidad espiritual de imaginarse el Divino Rostro de nuestro Señor y ponerse en el reto de plasmarlo en el frío lienzo en blanco. La Santa Faz de Cristo, representada en los paños de Verónica, “ha merecido el respeto de todos los que queremos conocer su Rostro, enjugar su sudor y recoger su sangre, acompañándole en su camino y siendo como Él.
Más allá del mérito y categoría artística, la obra viene cargada de mucha ilusión y devoción, también de generosidad, y de mucho “Amor”, que es el que nuestro querido autor ha puesto al servicio de nuestros Sagrados Titulares.
La Santa Faz, que hoy presentamos, es una pintura al óleo, sobre lienzo moreno; aunque el artista utiliza con maestría varios colores para su ejecución, el aspecto visual es monocromático. Los colores tierra y ocre nos hace sentir los últimos momentos de la pasión de Cristo, que ha pisado como “Hombre” la misma tierra que toda la humanidad; el color rojo de la sangre, que derrama por su Rosto, nos da la certeza de que este sufrimiento no es en vano, que todo estaba anunciado para la redención de nuestros pecados. El color blanco, que lo envuelve todo a modo de nebulosa, nos eleva a lo espiritual. Nos transmite alegría y esperanza. Su muerte en la Cruz no es el final, al tercer día el Señor resucitará y todo empieza.
Se contempla en Su semblante la tristeza de sus ojos, como el que se refleja en toda persona, que, con dolor, tiene que abandonar su tierra, buscando un mundo mejor. Está también la desesperación de los refugiados. El hambre y el frío de la indigencia. El sufrimiento de la marginación y la insolidaridad. Pero, en este bendito Rostro del Señor, también está la Divinidad del Hijo de Dios. La Luz que nos guía en el camino. En Él también está el consuelo en la adversidad. La Esperanza del que se siente perdido. En Él está el Amor que se impregna de la sangre que derramó por nosotros.
Abracemos este lienzo y limpiemos nuestro corazón, haciendo de nuestras Hermandades un lugar propicio donde reunirnos en su Nombre, en torno a su Palabra y tomando a Jesucristo como verdadero ejemplo de vida.
Te ofrecemos este paño, a Ti, Madre Bendita del Amor, y te rogamos por todos nosotros, para que podamos acompañarte muchos años por las calles de Vélez, cada Martes Santo.
En nombre de la cofradía y de nuestra parroquia, muchas gracias, hermano Carlos, que el Señor te bendiga y a toda tu familia.
Gracias Señor.
José Manuel Gómez Fernández
Albacea de Cultos
MISA CUARESMAL II DOMINGO DE CUARESMA
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