Buenos días. Hoy nos volvemos a encontrar con vosotros para presentaros “Recuerdos”, sección en la cual como ya conocéis rescatamos algunos de los momentos importantes y señalados de nuestra cofradía.
Continuando con el artículo de la pasada semana: Bendición “Ecce-Homo” parte 1, hoy queremos completar estos maravillosos momentos con todos vosotros.
Después de decidir la fecha que sería D.M. el sábado 4 de Mayo de 1991, continuamos preparando lo que sería la bendición.
Lo primero, una vez concedidos los permisos de la Diócesis, era conseguir unos padrinos para la imagen.
A instancias de D. Emilio Gómez, invitamos a D. José Carlos Zambrano, propietario de Muebles Búfalo, a que fueran él y su señora, pero declinó cortésmente nuestro ofrecimiento, aunque prometió colaborar con nosotros. Una vez hecho el descarte, lo tuvimos claro.
Tenían que ser Emilio y Victoria, quiénes mejor que ellos. Aceptaron, y todos contentos.
Días después, el sábado anterior al Domingo de Ramos de ese año, a propuesta de las monjas, el Cristo entra, con una emoción indescriptible en el ambiente, en el Convento.
Los cofrades nos quedamos atónitos y estupefactos cuando escuchamos el cántico con que lo reciben las clarisas: "El de la Túnica Roja".
Fue posiblemente, la primera vez como hermanos y hermanas del “Ecce-Homo” que experimentamos esta típica sensación del cofrade, "se nos puso la carne de gallina".
Un día antes del evento, el viernes día 3, hicimos un ensayo general junto al párroco y vivimos con intensidad de jóvenes cristianos, un maravilloso Perdón comunitario.
Y por fin llegó el gran día, pues después de dos años de espera.
Sábado día 4 de Mayo de 1991, a las 19:30 h., como siempre, daba comienzo la santa Misa que supuso la Solemne Bendición de nuestro Cristo.
Comenzó con una procesión, encabezada por una modesta Cruz, según los cánones cofrades. Fue una ceremonia sencilla y emotiva, tras la cual ya podíamos decir a los cuatro vientos:
Nuestro Padre Jesús en su Presentación al Pueblo "Ecce-Homo", era ya una imagen Bendita.
Así lo comprendió rápidamente la feligresía, hermanos o no, que llenaban la preciosa y singular Iglesia del Convento de Nuestra Sra. de Gracia.
A partir de ese momento, todos nuestros esfuerzos apuntaban a la ya irrefrenable formalización como Cofradía.
Os dejamos con algunas imágenes de aquella noche de martes santo veleño.
